“Cuando dos dadores se entregan a una conexión; es magia. Es alquimia. Yo te riego, tú me riegas, nunca nos drenamos, sólo crecemos.” –Brandon Nembhard
Creemos que crear un cambio real comienza con nosotros mismos, con un corazón abierto, y nos desafía a convertirnos en una parte encarnada de la transformación que deseamos ver en el mundo. Poner el amor en acción.
Amar a los demás en tiempos difíciles nos recuerda al agua como un símbolo del amor porque se sabe que el agua es un solvente universal. El agua va a todas partes, se filtra en todo. No importa cuán endurecida pueda estar una sustancia, el agua la ablandará.
El agua es paciente, ya que desgasta de manera persistente incluso la montaña de granito más dura durante millones de años, expulsando los minerales de la roca río abajo hacia el océano. El amor incondicional nos permite esperar, tomarnos el tiempo, ser firmes y tranquilos, conocer sólo lo mejor durante los momentos intensos, tener fe en la bondad innata de la otra persona y de nosotros, creer que un resultado positivo que afirme la vida siempre es posible.
Así también es el amor como el agua: el amor es el medio natural que transmite mensajes, que fluye incesantemente y en silencio, uniéndonos, transmitiendo lo que a menudo no se habla: el mensaje de nuestros corazones a los demás y al mundo, permitiendo que la vida continúe y florezca en todas nuestras relaciones.